viernes, 27 de febrero de 2015

«Lo que le falta al tiempo» de Ángela Becerra

En esta entrada voy a tratar sobre un libro poco conocido que cayó en mis manos en un intercambio de libros en el que participé gracias a un amigo.
Mazarine es una estudiante de pintura que vive en el Barrio Latino parisino. Tan sólo cuenta con la compañía de su gata, Madeimoselle, y el cuerpo de una preciosa adolescente muerta llamada Sienna. Mazarine consigue que el pintor al que más admira, Cádiz, de sesenta años, acepte darle clases. A partir de ese momento, entre los dos nacerá a través de la pintura una pasión que conseguirá desbordarles. Además, Mazarine también a Pascal, un chico que se enamora perdidamente de ella en cuanto la ve pasear por las calles de París. Paralelamente a estas dos historias de amor, una secta intentará averiguar el paradero de La Santa, una mítica joven muerta a la que rinden culto.
Mazarine es una persona que está acostumbrada a vivir sola; es huérfana y el único amigo que tenía se fue del país. Lo único que rompe su soledad son sus charlas con Sienna. Mazarine tiene la costumbre de entablar conversaciones con la muchacha para resolver sus problemas. Tras las apariciones de Cádiz y Pascal en su vida, estas charlas aumentan. Mazarine representa a una chica virginal que conoce el amor y la pasión gracias a Cádiz, pero el pintor es un hombre casado por lo que no puede darle todo lo que ella pide.

Cádiz es un pintor con síntomas de Dorian Gray, que se niega a admitir que ha envejecido con el paso de los años. En Mazarine, descubre la juventud y las ganas de vivir que él ha perdido. Pero, como es de esperar, todo esto le lleva a tener problemas son su esposa, Sara. Por un lado, Sara intenta convencerle que no está igual que veinte años atrás; por el otro, al encontrar la pasión con Mazarine, vuelve a sentirse joven desde hacía mucho tiempo. Aparte de este principal problema, Cádiz es una persona egocéntrica y vanidosa, sólo piensa en sí mismo, todo lo demás no importa. En la lectura, se encuentran varias situaciones en las que se produce una lucha interna del pintor, en la que sin darse cuenta luchan Sara y Mazarine.

Aparte de toda la historia, el libro tiene un matiz filosófico respecto al tiempo tal y como nos anuncia el titulo. En la novela, transcurren multitud de monólogos filosóficos sobre el tiempo, la finitud, pero especialmente sobre lo que le falta al tiempo, pararse.
Y para terminar, traigo dos extractos del libro para aumentar vuestra curiosidad.
-¿Crees que se puede vivir estando muerto?
-Estamos muriendo cada día; lo que pasa es que lo olvidamos. Si no lo hiciéramos, no podríamos vivir. El olvido es un mecanismo de defensa, un velo que empleamos para cubrir lo que nos duele.


¿Y qué pasaba con su sed? ¿Con esa sed de cuerpo y arte? Su músculo comenzaba a pudrirse de vejez y de su arte brotaban pústulas. ¿Podía vivirse aún como muerto viviente?¿sabiendo que su tesoro no sería jamás para él? ¿Podría seguir sabiendo que su hijo saboreaba la que era su fruta?
Dolor líquido.
Le venían arcadas de lágrimas secas, de rabias vomitivas que no quería sentir y no podía expulsar.
Su cuerpo: Naturaleza muerta.Un cuadro mortecino que se desintegraba delante de sus narices. Pedazos de glorias trasnochadas que se perdían en las tinieblas.”

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